miércoles, 31 de diciembre de 2008

Los alegres difuntos de Shiver, Acto Primero

El escenario está a oscuras y en silencio. De repente se hace visible la figura de una única persona, ataviada a la manera isabelina.

Narrador: Graves señores,
y damas de dudosa virtud,
y gentes de los alrededores,
recién salidas de un ataúd,
hacéis acto de presencia
y acopio de valor
al recibir tan humana herencia
-de la locura, el calor.
Sois bienvenidos,
acomodados seréis,
sentados en sillones esculpidos,
tanto y cuando paguéis.
De vuestro tiempo
sólo un pellizco requiero,
y puesto que nada rima con “empo”
pasemos al acto primero.

~Acto Primero~

Escena I
Castillo de Nueva Sheoth. Interior. Corte de la Locura. Gran diferencia entre Syl y Cortesanos de Demencia (sobriedad) y Thadon y Cortesanos de Manía (fastuosidad). En el trono del centro de la sala, Sheogorath, príncipe de la Locura (ataviado con ropa partida por la mitad, como su personalidad, entre sobria y fastuosa). El Narrador (siempre aparte) se retira a un lado de la sala, todavía visible.

Cortesanos de
Demencia:
¡Traición! ¡Traición!
¡Sangre y deshonor!
¡Recorramos las calles de Fruición
y que sus habitantes sientan pavor!
Atemos a su rechoncho Duque,
ese bastardo de Manía,
al mástil de un marinero buque
-no, bien sabemos que se rompería.

Cortesanos de
Manía:
¡Atad, mejor, a ese frágil palo
a vuestra libertina Duquesa
que desprende ese sensual halo
con su boca de fresca y roja fresa!
Y así los solitarios marineros,
otra vez, sus enaguas
divisarán, llenas de malos agüeros.
¡A frías y oscuras aguas
después la arrojarán
y de nuestra parte un seguro premio
sin duda recibirán!
¡Lo compartiremos con tan augusto gremio!

Thadon: ¡Piedad, Cielos, ayudadme!

Todos: ¡Blasfemia! ¡Colgadle!

Sheogorath: ¡Callad! ¡Silencio! ¡Chitón!
¡Tranquilidad! ¡Mutis!
Thadon y Syl solicitan vuestro perdón
y vosotros parecéis un enjambre de groupies.
¡Mentira! A mí mismo me digo.
A vosotros no os mentiría
-menos cuando a Sheogorath mismo, amigo,
la verdad perjudicaría.

Todos: ¡Mi Señor! ¡Pero son traidores!

Sheogorath: Con todos los honores.

Syl: Malvada y presta mano
ha urdido esta treta.
Yo no estuve bajo aquel manzano,
ni me escondía bajo ninguna careta.

Narrador: ¡Qué contrariedad!
¡Queremos sangre! ¡El público asiente!
Mas, ¡escuchad!
¿Qué es eso que se siente?
¿Pájaro o bestia,
o alguna clase de halcón?
¡Tan bello como Hestia!
¡Y come melocotón!

Escena II
Entra Haskyll, heraldo y consejero del Príncipe, agotado y con un melocotón en la mano.

Haskyll: ¡Malas nuevas,
augustos señores,
corren desde las cuevas
hasta los palaciegos corredores!
Las lleva el viento,
raudo y asustado.
Es tal el esperpento,
que la Llama se ha helado.

Sheogorath: (asustado) ¿¡Agnon ya no arde!?
¿¡Agnon se ha apagado!?
¿Es ya muy tarde
para mi reino desdichado?
¿Qué ha causado esto,
qué acto malhadado
ha sido tan funesto?

Haskyll: Alguien sin manía
ni demencia,
cuya vida sin locura transcurría.
Sin tan dulce y magna ciencia
ha llegado aquí, a las islas temblorosas,
tierra de bosques danzarines,
de tumbas sin losas
y fábricas de mocasines.

Sheogorath: ¡Santo Yo! ¿Se mueven esas baldosas?
¿Soltamos a los mastines? (se cae)
¡Eh! ¿Dónde están?

Haskyll: Vos en el suelo,
las baldosas ni se han movido ni lo harán.
¿Hemos de enviar nuestras tropas al Hielo?

Sheogorath: Hacedlo, hacedlo ya
y, de paso, el panadero al Fuego,
por este seco bollo recibirá
destino tan solariego.

Haskyll: ¿Y Thadon y Syl?
¿no hay castigo
a su acto vil?
¡Yo mismo los fustigo!
¿Se puede ser más servil?

Sheogorath: Una mano les cortaría,
y un brazo y un pie.
Pero eso el odio hacia mí agrandaría
y su sangre no derramaré.
¡Ahora bien! Sus encuentros tras la celosía
del jardín suprimiré.
Ahora, ¡levantadme!
¡Con el casco de obsidiana con el que cabalgué,
para la gran batalla aprestadme! (Lo levantan y lo llevan en volandas. Salen.)

Escena III
Jardines de palacio. Thadon, Syl y Narrador (éste escondido).


Thadon: ¡Señora, por los pelos!
Hemos escapado
incluso a sus flagelos.
A mí me hubiesen castrado
y a vos, mi Señora de oscuros velos,
del árbol más alto os hubieran colgado.

Syl: ¡Umbrío efecto
habéis tenido en mis sueños!
En mi balcón, con un vino selecto,
por la tarde espero los vientos norteños
que de Manía soplan con fuerza
y de vos me traen noticias,
y sin que mi corazón se tuerza
recuerdo vuestras caricias.

Thadon: Y sin embargo, dulce dama,
vos me rehuís.
¡No arrugo la ropa de la cama,
como las túnicas de los sipahís!

Syl: Horrible, horrible trama.
¡Ay de mí!

Thadon: ¡Señora!
¿Por qué “ay de ti”?
De mi corazón portadora,
¿me amáis?

Narrador: ¡Sorprendente!
¿¡Vos pensáis!?

Syl: Sí, desgraciadamente.

Thadon: Demos, pues, amiga mía,
libre paso a nuestra pasión. Amoralmente.

Syl: (aparte) Los hombres sólo piensan en lo mismo, juraría.

Salen

Fin del Acto Primero.

viernes, 11 de abril de 2008

El Centurión no tiene quien le escriba, parte I: De Bello Gallico

"Grita '¡Devastación!', y suelta a los perros de la guerra"
(William Shakespeare, Julio César, III, I)

"La Galia está dividida en tres partes: una que habitan los belgas, otra los aquitanos, la tercera los que en su lengua se llaman celtas y en la nuestra galos. Todos estos se diferencian entre sí en lenguaje, costumbres y leyes. A los galos separa de los aquitanos el río Carona, de los belgas el Marne y Sena. Los más valientes de todos son los belgas, porque viven muy remotos del fausto y delicadeza de nuestra provincia; y rarísima vez llegan allá los mercaderes con cosas a propósito para enflaquecer los bríos; y por estar vecinos a los germanos, que moran a la otra parte del Rin, con quienes traen continua guerra. Ésta es también la causa porque los helvecios se aventajan en valor a los otros galos, pues casi todos los días vienen a las manos con los germanos, ya cubriendo sus propias fronteras, ya invadiendo las ajenas. La parte que hemos dicho ocupan los galos comienza del río Ródano, confina con el Carona, el Océano y el país de los belgas; por el de los secuanos y helvecios toca en el Rin, inclinándose al Norte. Los belgas toman su principio de los últimos límites de la Galia, dilatándose hasta el Bajo Rin, mirando al Septentrión y al Oriente. La Aquitania entre Poniente y Norte por el río Carona se extiende hasta los montes Pirineos, y aquella parte del Océano que baña a España."

(Julio César, De Bello Gallico)

Flavio Julio, hijo de una familia patricia, y líder de la misma, nunca imaginaría los acontecimientos que desencadenaría su venganza ante la afrenta cometida hacia su abuelo (los galos le sacaron los ojos), ni el poder que adquiriría su familia tras su muerte.

La imaginación no era un rasgo muy destacado en la familia de los Julios. Y Flavio Julio no era una lumbrera, ni nadie se lo pedía.

Baste decir que el Senado lo empujó durante cada una de las acciones importantes de su vida, hacia su heróico final.
Corría el verano de 271 a.C., cerca de la frontera, y el Senado Romano encargó a Flavio la misión de tomar Segesta, un enclave fronterizo, si bien no galo, simpatizante. Antes de que hubiese terminado el verano, Segesta había caído y el Senado recompensó a Flavio con 5.000 denarios.

Pronto fue enviado a resolver más conflictos a los senadores y, tras pintar la casa del Edil, desmbozar las tuberías de la hacienda de verano de la madre del cuestor, arrebatar Sardinia a los cartagineses y ayudar a la madre del Cónsul a lavarse (para lo cual tuvo que destinar un regimiento entero de hastati en su finca), le encargaron la misión de tomar Narbona, a lo cual accedió encantado, arrió las velas, y partió hacia el norte, empujado por los Hados, a encontrarse con su destino en las Galias.

No había atracado el barco en el puerto, ni se había secado la señora madre del Cónsul, cuando un enorme ejército galo cruzó las froteras romanas, y asedió Arretio, donde residía la mayor parte de la familia Julia, dando comienzo a la Guerra de las Galias.

Para evitar que Flavio Julio tuviese que dar media vuelta, la guarnición de Segesta y la de Arimino se unieron, bajo el mando de Lucio Julio, heredero, para liberar a Vibio Julio del cerco.

Mientras Lucio reunía a sus huestes, Flavio marchó con un gran ejército sobre Narbona, tomando Narbo Martius.

En verano de ese mismo año, Lucio atacó a los galos que sitiaban Arretio, ayudado por la guarnición de la ciudad y Vibio, derrotándolos a todos. El combate fue encarnizado, y Lucio cayó en medio de la batalla, pasando su título de heredero a Vibio, quien organizó una expedición de castigo, tomando Patavio (pues temían que la familia de los Brutos se les adelantara) y, poco después, Mediolano.

Pasó un año, y Flavio, que había partido poco después de asentarse en Narbona, con su ejército (un tanto diezmado con la finalidad de dejar guarnición en la recién conquistada provincia), cruzó el Ródano y se dirigió a la Galia Transalpina, donde se encontraba la colonia griega de Masalia, reciéntemente caída en desgrItalicacia bajo el poder de los galos de la comarca.

En verano del 261 a.C., Flavio Julio, líder de los Julios, se enfrentó a los galos a las afueras de Masalia, y a pesar de ser superado en número, supo organizar a sus tropasde tal manera que venciesen la batalla, si bien murió durante una carga de caballería. Tomaron Masalia, y se acuartelaron para pasar el invierno galo, en espera de los muy necesarios refuerzos procedentes de Italia.

Vibio, ahora nuevo líder de la familia, reunió un poderoso ejército de hastati, vélites y équites para continuar la obra de su predecesor y, tras unírsele varias tribus locales, decidió cruzar los Alpes para dar una lección a los galos.

Tras liberar Masalia de su sitio, fue al norte, donde tomó Lugdunensis, y desde donde se preparó para avanzar hacia Alesia, la capital del reino. Mientras, en Narbona, un gran ejército de galos había cruzado los Pirineos, sin atacar, afortunádamente, ninguna ciudad romana.

Vibio abandonó el intento de tomar la capital, y se dirigió hacia Aquitania, donde sostuvo largas confrontaciones. El clímax de éstas llegó a finales del invierno del 253 a.C., cuando se enfrentó a dos ejércitos superiores a él en número, y los venció límpiamente, mas el segundo le hizo mella, pues fue traicionado por un miembro de su séquito que reveló información a los celtas, siendo oportúnamente castigado. Estas dos batallas le valieron el reconocimiento de los senadores y del pueblo, y el apodo de El Poderoso.

Sin embargo, y por culpa de la traición sufrida, tuvo que pedir ayuda, y ésta llegó de la mano de Marco Julio, quien organizó un gran ejército para tomar Alesia. Cuando estaba ya cerca de la ciudad, Vibio cogió a unos cuantos de sus hombres más leales, y se los llevó a Bretaña, a Condate de los Redones, donde les dio asedio al mismo tiempo que Marco asediaba la capital.

La Galia había sido conquistada, y sin embargo los belgas, por mantenerse fuera del conflicto no sufrieron daño alguno, y se preparó una expedición para tomar Numancia, último reducto de los galos, en Hispania. La expedición estaba compuesta por las tropas noveles de Marco, capitaneadas por Vibio El Poderoso.

Cruzaron los Pirineos poco después de que aquel ejército galo inmenso, que ya había cruzado la cordillera, la volviese a cruzar, vagando líbremente hasta amenazar Lugdunensis. Mas no por mucho tiempo, ya que el espacio entre el Sistema Central y el Ródano es estrecho, y bastó que un capitán de gran valía, anónimo hasta entonces, construyese una fortificación tras las líneas galas, quedando entre la fortificación y la ciudad.

En Hispania, Vibio se adentró en tierras desconocidas, y tomó mercenarios hispanos y honderos baleares. En invierno de 244 a.C. llegó a Numancia, el último reducto galo, y la cercó.

En verano del año siguiente, con el otoño a poco llegar, Vibio atacó la ciudad, y no fue muerto de casualidad, pues fue derribado del caballo y sus hombres tuvieron que llevarlo fuera del campo, pues los galos luchaban valiéntemente y a la desesperada.

Finalmente, pero, la ciudad cayó.

Aquí concluye la Guerra de las Galias (según mi experiencia en Rome Total War)

domingo, 6 de abril de 2008

La Columna del Odio: El Instituto, Las dependencias químicas

"Escribir no lleva a la miseria,
nace de la miseria" (Montaigne)

A veces uno necesita entrar en contacto con esa miseria para escribir, y puesto que llevo tiempo sin odiar a nadie realmente, he decidido que, si la montaña no va a Mahoma, Mahoma irá a la montaña.
La montaña, en mi caso, un ejército de niños cuyo objetivo inmediato era hacer el estúpido lejos de la vida, no en vano le dije a mi capataz que quería un ejército digno de Mordor (véase: Orcos), y él me trajo esa turba de inútiles.
Nada más llegar puedo distinguir tres grupos en las dependencias circundantes al laboratorio. El primer grupo, el que más llamaba la atención, estaba manteniendo una encarnizada lucha por el control de la manada. Ésta sucedía sin el habitual bipartidismo, ya que la lucha era bastante más sencilla: era una batalla abierta por todos los frentes, en la que los beligerantes parecían combatir sin objeto alguno, enardecidos por las arengas de las Jennys (que formaban un cuarto grupo rodeando a los machos cabríos).
El segundo grupo, que podríamos clasificar como el de los intelectuales, estaba junto a la manada, jugando a un ancestral juego de cartas que representaba una batalla. Su abstinencia no duraría demasiado, puesto que acabarían ensarzados en la misma batalla que los demás.
El tercer grupo lo constituían un grupo de personas (y creo que es la primera vez que uso esa palabra en todo el artículo) cuya actividad cerebral consistía, básicamente, en reírse de los combatientes. Lo cual no era muy difícil, a decir verdad, y consistía la primera muestra de inteligencia que encontré (y hay científicos que buscan vida inteligente en otros planetas... ¿para qué? ¿para importarla?).
Tras adentrarme en lo más hondo del primer y segundo grupo, los del tercero, que me conocían, decidieron enviar una delegación a salvarme de la miseria (una delegación compuesta por no menos de dos personas, para evitar riesgos innecesarios, al adentrarse en tierras bárbaras).
Yo salí al encuentro cuando, como activados por un resorte, aparecieron muchos más indefinidos, de esa subespecie habitualmente llamada 'killos', que fueron a unirse a la batalla, que ya se había covertido en un patético espectáculo de exhibicionismo.
Finalmente, fui rescatado de la miseria y me adentré en tierras más seguras, en las que me dediqué a reírme de los demás.
Con una tercera oleada de beligerantes aparecieron (y desaparecieron) unas ganas emotivas de lucha, hasta el punto de que un iterfecto con melena rizada se lanzó, cual mastín, y con su maleta, directamente hacia un combatiene muy ocupado haciendo el idiota como para intentar no caerse al suelo. El combatiente anfibio (alguien había escupido cerca de donde él se encontraba), que ahora veía las cosas desde una perspectiva bastante más plana (desde el suelo), comenzó a llorar, con la esperanza de inundar las dependencias, y el mastín que lo había atacado a traición decidió, lenta pero concienzudamente, abandonar la escena del (patético) crimen.
Ante tal tragedia decidimos mostrar nuestra solidaridad con el afectado (o el afectante, tampoco lo teníamos muy claro) riéndonos a pierna suelta de los Orcos que ahora abandonaban el campo de batalla.
Y fue entonces cuando una voz, una voz desagradable y bastante chillona, nos llamó desde el lado de las Jenny, y nos dijo que si tuviese que reírse de nosotros no acabaría. Uno de mis nuevos compañeros le dio una respuesta que rezumaba sabiduría, se armó de valor, y con un tono despectivo le dijo:
-¡Calla!
La Jenny le miró con cara de asco (se habría visto reflejada en sus ojos, supongo) y, cuando iba a contestar, el pequeño Juan Carlos le espetó un 'au, tira' que la desarmó, y acabó yéndose.

"Trata de amar al prójimo.
Ya me dirás el resultado."
(Jean-Paul Sartre)

martes, 1 de abril de 2008

¿ Po rqué a mí me resulta difícil el humor fácil?

Pues eso, me he puesto a hacer el blog y digo: vamos a empezar con un poco de humor facil. Y no se si es por el plato de lentejas que me he zampado para comer, o por la falta de delta-9-tetrahidrocannabinol en mi organismo, pero no venia la inspiración. Así que escribo sobre la falta de inspiración, que hoy va a ser mi musa.

La falta de inspiracion suele ocurrir por exceso de expiracion ( si, es humor facil, pero estabais avisados) o por ... ¡MIERDA! JODIDA FALTA DE INSPIRACIÓN

El caso es que con inspiración o sin ella, el humor fácil siempre me ha resultado difícil, y el humor inteligente simplemente nunca lo he entendido. Por eso he hecho este blog, donde espero poder poner bastantes chistes fáciles, paridas, y demás enagenaciones mentales momentáneas.